jueves, 4 de octubre de 2012

Escenas

I
Me gusta estar ahí antes que ella, porque me fascina verla llegar y observarla caminar hacia mí.
Su pelo siempre luce hermoso y sus ojos, sus ojos siempre me dicen cómo le fue en el día, ese aroma suyo es el imán que me conduce a abrazarla.
Aunque se incomode me gusta observar qué blusa y pantalones usa, los zapatos con los que camina, el anillo en su dedo y los aretes combinando entre sí, el color de uñas que trae, y así corroborar que siempre luce hermosa, exquisita, la mejor. 
Ese día sentí su espalda muy caliente y su respiración acelerada, le acaricié la cintura y el largo de su cabello, le observé los labios y los besé suavemente, sus alcochonados labios.     
Me platicó sobre el pesado día que tuvo, la admiro, la admiro mucho. Quisiera decirle algo que la levanté cuando se siente tan mal y nunca puedo, además ese día fue terrible para mí, pero no me gusta mostrarme débil ante ella.
Me encanta cuando dramatiza, me encantan sus gestos, me gusta ver su brazo dirigiéndose con fuerza a mi muslo cuando le hago una broma.
No la quería dejar ir, nunca he querido, quisiera llevarla conmigo, verla despertar, sentir la presencia de su olor y acariciarla todas las noches antes de dormir. Fue muy difícil dejarla esa noche.
Agarrábamos distintos caminos cuando sentí un impulso muy espontáneo de su mano tomando la mía, me tomo del rostro y casi me arranca los labios, la quiero, la deseo, su exquisito aroma.
"Te necesito" me dijo al oído con una voz entrecortada, yo sólo la abrace con fuerza y le besé la frente. 


II
Tenía muchas ganas de escuchar su voz, pero sobre todo su risita.
Caminaba apresurada porque mis ganas de fundirme entre sus brazos eran inmensas, tenía tantas ganas de sólo estar con él que cuando llegué no puede observar nada más que su presencia.
Me abrazó, y me encanta la forma en que sus manos rodean mi cintura, le mordí los labios y le besé el cuello, como le gusta. Podría permanecer toda la noche entre sus brazos sientiendo su respiración, aquí, cerquita. Mi textura favorita son sus manos acariciándome. 
Me fascina lo varonil que luce ante mis pupilas, su mentón, su espalda, su manera de caminar, su mirada, sus brazos diciéndome "eres para mí".
Me da seguridad, me siento protegida, amada, satisfecha, feliz.
Platicamos de algunas cosas pero no fue suficiente el tiempo, miré el reloj y sentí en mi interior que alguien le daba unos golpecitos apresurados a mi pecho.
Fue cuando nos despedíamos que noté su rostro cansado y no quise preguntar nada porque lo conozco, o eso creo, nunca me quiere decir que se siente derrotado.
Lo quiero, lo extraño, lo deseo, siempre.
Ya se iba cuando con desesperación lo jalé del brazo, le agarré el rostro y le di un beso. Ese es el beso que siempre recuerdo cuando lo extraño.
No sé cómo fue, pero me di cuenta que en realidad lo necesito.


III
Él vestía unos usales jeans y una camisa que combinaba muy bien con sus zapatos negros y desgastados,
sus brazos eran atractivos y la gorra le daba un toque muy particular de "bad  boy".
Ella tenía una mirada muy viva pero un poco perdida, un aspecto frágil, era bonita, sencilla y bonita con su largo cabello negro, sus finos labios y sus lunares en el rostro.
Interesante más no relevante fue ver como ella lo tomaba del rostro con un tierno y exasperado cariño para besarle los labios, y me conmovió mucho la fuerza de los ojos de ambos al estar cerrados.
Observe a la muchacha fundiéndose en los brazos del hombre, era como ver a una pequeña de 5 años acurrucándose en las frazadas de su cama.

lunes, 18 de junio de 2012


"Hoy su ausencia explotó por todos mis caminos" se dijo al llegar a casa el día que Él se ausentó. 
Tan sólo fue el primero dentro de la rutina, tan sólo el primer día, el primero de muchos. Largo, emotivo, dramático y reflexivo. 
Y así, la ausencia explotada se volvió una costumbre.


Hace apenas unos días sus miradas guardaban una complicidad divertida y un tanto evidente, las caricias eran deseo, puro deseo. 


"Mi sonrisa mostraba gran satisfacción, mi comportamiento parecía relajado y seguro. Sentirme plena por lo menos unas cuántas horas parecía suficiente. Qué miserable"  Pensó mientras cepillaba su cabello frente al espejo.

Complicado es describir, tan sólo mencionar los sentimientos y emociones involucrados. Sus apuntes mentales debido a la rapidez y naturalidad de los hechos son desordenados, llenos de garabatos, prácticamente indescifrables. 
El olor cobraba una importancia muy particular en sus encuentros, la sonrisa en sus ojos y las caricias en sus sueños.
No fue lento, tampoco espontáneo, pero las situaciones daban cambios tenues, para luego dar unos más alegres.
Era evidente, las necesidades eran incompatibles. Ella se negaba a comprender, queriendo quitarle tiempo al sufrimiento y fue el mismo sufrimiento quien le quito tiempo. 
Temporada corta, escasa de buena y mutua intensidad, llena de vaivenes y de complicidad. 

"Era necesario para comprobar una vez más, que los hombres sólo me sirven de inspiración..."