viernes, 6 de mayo de 2011

Brevedad

El muchacho movió una vez más el retrovisor, tratando esta vez de enfocarla completamente.
Ella fumaba con un ademán distraído, vagando en la nada sin ser apenas consciente de ello. El airecillo jugueteaba con su cabello negro, mientras sus finos labios se limitaban a sostener el cigarrillo consumido a medias.
Probablemente fue su mirada entornada lo que provocó que algo en él se emergiera.
Ese "algo" que pensaba estaba perdido, o enterrado quizás, hace mucho.
Un sentimiento cálido y pegajoso comenzó a deslizarse por las paredes de su interior.
Le gustaba esa chica
Iría con ella. Bien. ¿Y después? sabía que esta vez no funcionaría la mirada pícara, o el porte solemne y austero. Pero si no lo hacía, podría pasarse toda la noche con el arrepentimiento como almohada. 
Lentamente bajó del automóvil. Desgraciadamente, contra todo pronóstico, la chica abandonó su asiento, dejando atrás sólo una colilla de cigarro. 
Con pasos lentos, se dirigía a irse para nunca más volver. 
Fue entonces cuando él lo entendió.
Las mujeres, mientras más interesantes, más rápido desaparecían de su campo de visión. 

Karla Keelh


Karla es una persona muy fundamental en mi vida, y me ha dedicado este texto, a mí y a esa persona.
Es pequeño pero muy significativo. Gracias por existir, Karla. :)  

3 comentarios:

  1. Vania, bonita, te dedico los que quieras.
    Gracias a ti, que haces que piense en muchas cosas :)

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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