domingo, 10 de marzo de 2013

Sólo un antojo.

Verlo ahí, sentado, con el mismo pantalón que uso en el primer día del "nosotros" y aún tener ganas de ir hacia él y soñar a ser felices, fue como ver un pastelito de plátano y no poder comerlo. Bueno, de hecho, fue peor.
Me desconcierta que una ilusión se haya reforzado tanto en sólo un par de semanas, me duele que aún no se desvanezca, a sabiendas que tal vez sea un simple antojo, es algo así como comerse tan sólo unas migajas de pastelito. Sólo que un simple antojo no me había hecho sentir tan miserable antes.
Me duelen sus ojos que ya no me sonríen, sus labios que ya no me besan, su aliento que ya no me habla, sus manos que ya no me gozan. Su Felicidad, esa también me duele, me duele no tenerlo y saber que aún faltaba mucho por sentir, deseaba tanto estar con él, que ahora duele el no seguir. Y no sé si sea correcto decir "deseaba" pero ya no es posible, le ganaron los recuerdos, le ganó el pasado, tal vez el amor.
Son decepciones inevitables, que lastiman el ego, me fracturan el autoestima y destrozan las esperanzas, pero duele más, duele mucho más, recordar que las ilusiones nunca han sido satisfechas, duele más que no han durado más que unas cuantas salidas, unos cuantos placeres, más que unas cuantas sensaciones.


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